Descreídos Martes, 11 agosto 2015

¿Ya leíste tu horóscopo de hoy?

Imagen real del cielo limeño.

Bajo la careta del simple entretenimiento, se nos siguen machacando las pseudociencias y el pensamiento mágico.

Escribe: Iván Antezana Quiroz – Director de la SSH.

 

Richard Dawkins dijo una vez que el verdadero enemigo de la ciencia no es la religión, sino la pseudociencia. Razón no le falta. No sería muy afortunado ensayar una defensa abierta de las creencias sobrenaturales empleando terminología religiosa o denostando los conceptos que la ciencia ha desarrollado para traer tantos beneficios a nuestras vidas. Pocas cosas tan contradictorias como renegar de la ciencia mediante computadoras, teléfonos inteligentes o tablets. Todo negacionista auténtico de la ciencia debería serlo desde una cueva, lejos de todas las comodidades de la vida moderna.

 

¿Qué es la pseudociencia?

Sin embargo, algo que sí resulta es, en lugar de oponerse abiertamente a la ciencia, usar terminología parecida a la científica. Precisamente, la pseudociencia toma algunas palabras del discurso científico, las acomoda a su propia conveniencia y las usa a mansalva. Las personas menos informadas tenderán a creer que ese discurso pseudocientífico expresa en realidad ciencia, y se dejarán llevar por terapias homeopáticas, psicoanálisis, biomagnetismo, coaching, adivinos, magnesoles, movimientos antivacunas, acupuntura, conspiranoias, astrología y un larguísimo etcétera.

Un simple ejemplo nos puede mostrar cómo funciona esa subversión del discurso científico. Pocas palabras son más repetidas por los vendedores de sebo de culebra como el adjetivo “cuántico”. Este término, proveniente de la física teórica, hace referencia a niveles de materia tan infinitesimalmente pequeños que las leyes que los gobiernan no son las mismas de nuestro mundo macroscópico. Algo de ese significado se arrastra en el sentido magufo de la palabra, pero lo usual es que no se le define claramente, y se le rodea de palabras igual de vagarosas, como “energía”, “misticismo” o “espiritualidad”. Porque el significado real del término es lo de menos, lo que importa es que suene bien y funcione para marketear la estafa de lo paranormal. Aunque sean lo mismo de siempre, ahora tenemos sanadores cuánticos, terapias cuánticas y no sabemos cuántos cuantiosos cuánticos más.

Técnica para leer la mente comprobada con los más rigurosos estudios pseudocientíficos.

Técnica para leer la mente comprobada con los más rigurosos estudios pseudocientíficos.

El lenguaje de los astros

En apariencia inofensivos y camuflados como simple entretenimiento, los horóscopos son producto de la astrología, sistema de creencias que afirma una relación entre los fenómenos astronómicos y el mundo humano. Como sucede con cualquier pseudociencia, la astrología no es tomada en serio por las comunidades académicas o científicas. No se ha encontrado evidencia para apoyar siquiera uno de los efectos locales predichos por la tradición astrológica. Además, no hay explicaciones, acordes con la biología y la física, para la supuesta relación causal entre las posiciones de estrellas y planetas, y cómo afectan a las personas y los eventos en la Tierra.

La astrología fue concebida en el siglo II por el filósofo Claudio Ptolomeo, quien pensaba que el cielo era un domo que cubría la Tierra a poca distancia, y que las estrellas estaban agrupadas en constelaciones una al lado de la otra. Estas constelaciones representaban figuras (géminis, virgo o capricornio) que, junto con los planetas y en gran parte por su “cercanía”, influían en nuestra personalidad o futuro. También consideraba a la Tierra y los humanos como el centro de todo el universo.

Impresionante imagen de una tontería.

Impresionante imagen de una rocaza.

¿Cuál es el problema con los horóscopos?

La astrología debió ser descartada una vez se comprobó que el cielo no es un domo, que las estrellas están a distancias inimaginables, que las constelaciones en realidad no existen como grupo (pues las estrellas de una constelación se encuentran muy lejos unas de otras), que la existencia de personas individuales es irrelevante para estrellas o bolas gigantes de gas, y que los humanos no somos el centro del universo. Por si fuera poco, debido a la precesión de los equinoccios, la posición del Sol en cada estación del año se ha desplazado 28 grados respecto del resto de las estrellas desde la época de Ptolomeo, por lo que aquellos cálculos ancestrales están desfasados: si sigues tu horóscopo, lo más probable es que hayas estado leyendo las predicciones de otro signo.

A pesar de tanta evidencia en contra, todos nuestros diarios publican un horóscopo en algún rincón de sus páginas. Una buena columna de divulgación científica, una simple agenda cultural o una buena opinión política pueden ser prescindibles, pero de ningún modo puede faltar una dosis diaria de regreso a la mentalidad sobrenatural de hace dos milenios. Mentalidad que se enmarca en el dualismo, esa primitiva creencia en una realidad “metafísica” o “espiritual” paralela al mundo material en el que vivimos. Mentalidad caracterizada por buscar explicaciones mágicas para fenómenos completamente naturales. Mentalidad, en fin, incompatible con una sociedad que se reclama moderna y desarrollada.

"Si no te funciona es porque no crees."

«Si no te funciona es porque no crees.»

¿Hay opciones?

No hay faceta del pensamiento mágico que no haya sido superada por el conocimiento humano. Por ejemplo, la astrología es antecesora de la astronomía, y la alquimia dio origen a la química. Tenemos mucho desarrollo científico para seguir creyendo en monstruos marinos, tierras planas y flogisto. Y en cuanto a recomendaciones para vivir, hay consejeros y psicólogos. Sin embargo, muchos se ganan la vida leyendo cartas astrológicas, animales despanzurrados u hojas de té. La adivinación parece ser una obsesión de grandes sectores de la población (¿cuántos gobernantes y políticos no han tenido a un adivino oficial?), y desde aquí suponemos que tal ansiedad por el futuro se debe a un gran desconocimiento del presente. Nada que un mínimo de divulgación científica y pensamiento crítico y racional no puedan resolver, sobre todo con exposición en edades tempranas.

No sirve disculpar a la astrología por ser un simple entretenimiento, y pasar por alto que todos los horóscopos publicados en nuestros medios en un día determinado se contradigan entre sí. Los horóscopos son supervivencias de un pasado que se niega a morir y cuya existencia es una buena medida del atraso de nuestro país. Para poder aspirar a una sociedad desarrollada del siglo XXI no basta cacarear discutibles logros económicos o sacar pecho por el cebiche. Debemos dejar atrás las supersticiones y la mentalidad mágica, que como producto de sociedades de la Edad del Hierro acarrean también valores inaceptables para una sociedad moderna. Y mientras veamos horóscopos en los principales medios escritos, sabremos que las cosas aún no marchan por buen camino.

¿Cómo puede haber alguien que no crea en esto?

¿Cómo puede haber alguien que no crea en esto?

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La Internet también puede usarse para difundir buena información. En la SSH estamos comprometidos con la difusión del pensamiento crítico y racional, y mantenemos una serie de espacios de divulgación en los cuales hemos desenmascarado repetidas veces fraudes como la astrología. Aquí te dejamos algunos enlaces.

Para Normales de la Noche:
¿Funcionan la astrología y el tarot para ver el futuro?
¿Tiene sustento científico la astrologia?
¿Es posible predecir el futuro? ¿Ciencia o azar?
¿Por qué creemos cosas tan extrañas?

La manzana prohibida: ¿Qué diferencia hay entre la ciencia y el sentido común?
Parte 1
Parte 2