Descreídos Sábado, 3 noviembre 2018

Fiscalía abre investigación contra el cardenal Juan Luis Cipriani

Escribe: Ivette Elías Rodas, integrante de la SSH

La 25 Fiscalía Provincial Penal de Lima se encuentra investigando al cardenal peruano Juan Luis Cipriani y a tres líderes religiosos más por el encubrimiento de Luis Figari, fundador del Sodalicio de Vida Cristiana (1971), una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio reconocida de manera canónica por Juan Pablo II, en 1977. El sodalicio lo conforman laicos consagrados y sacerdotes que viven en comunidad, llamados sodálites, quienes hacen votos de celibato y obediencia, así como de comunicación de bienes.

Luis Figari ha sido acusado de abuso sexual de menores y los procesos por los que se le realizará la investigación involucran obstrucción de la justicia, omisión de las denuncias e incluso complicidad. Juan Luis Cipriani ha dicho en ruedas de prensa que no encubre a nadie y “que se investigue hasta el final”. Sin embargo, el llamado caso Sodalicio lleva da décadas sin que reciba justicia. Figari ha sido enviado a Roma y su castigo ha sido “reflexionar sobre sus pecados”. Por lo que el avance que está dando en la fiscalía es verdaderamente importante de resaltar.

Según el Instituto de Defensa de los Derechos del Menor, Juan Luis Cipriani, en su calidad de moderador del Tribunal Eclesiástico, fue informado de cuatro agresiones sexuales a menores de edad.

Según el Instituto de Defensa de los Derechos del Menor, Juan Luis Cipriani, en su calidad de moderador del Tribunal Eclesiástico, fue informado de cuatro agresiones sexuales a menores de edad.

En uno de los 245 (sí, ¡245!) testimonios registrados de las víctimas del caso Sodalicio, una víctima narró su terrible experiencia con Figari: «ocurrió cuando tenía 15 años, en 1978. Él (Figari) hacía que nos quitáramos la ropa junto a otro compañero. Era su “prueba” para ver si éramos homosexuales. Luego nos amenazaba con relatar este hecho bochornoso. Así lograba tener poder sobre nosotros…». Otros de los testimonios indican que Figari pedía que se seduzcan entre ellos y luego se golpeen. Hacía con el ellos lo que a sus perversiones mejor le parecía. Los sodálites no sólo sufrieron abuso sexual, sino también físico y psicológico de otros tipos. Inclusive llegó a utilizar cinturones conectados a electricidad “para bajar de peso”. Y para disminuir la probabilidad de acusaciones, filtraban la correspondencia y mentían para separar a los chicos de sus familias, dejándolos vulnerables. Sobre todos estos “errores” es que debe reflexionar Figari en Roma mientras bebe vino y come cordero.

¿Cómo se explica que crímenes tan horribles queden impunes? La preocupación de la iglesia por investigar y castigar (de verdad) estos hechos ha sido prácticamente nula. Han pasado décadas y la gente prácticamente no sabe sobre el caso o no le importa que se haga justicia. La mayoría de los Latinoamericanos todavía sigue siendo católico y el estado laico no es respetado constitucionalmente. La iglesia sigue recibiendo beneficios como la exoneración de impuestos y un presupuesto anual no destinado para ninguna otra fe religiosa, así como la facilidad de adoctrinar a los niños desde temprana edad en las escuelas públicas en catequesis católica. En todo el mundo han estado siendo “destapados” innumerables casos como este, pero hasta ahora no vemos una disposición clara de la Iglesia por hacer justicia. Parece que se preocuparan más en su reputación, la cual, por cierto, ha decaído considerablemente, al igual que el porcentaje de católicos en Perú y en el mundo.

En enero, el Papa indicó que dentro de un mes se daría la sentencia a Figari. No obstante, aún no tenemos noticias de ello. En julio, el nuevo cardenal Pedro Barreto, se pronunció elocuentemente al respecto: “Como Conferencia Episcopal Peruana hemos deslindado, claramente, de estos hechos vergonzosos de una persona pervertida como Luis Fernando Figari, sobre quien el mismo Papa, cuando regresó a Roma, dijo que en un mes se daba una sentencia muy fuerte contra él. […] “Nosotros estamos preocupados y vamos a tener que comunicarnos con la Santa Sede para saber por qué no se ha hecho pública esa sentencia. […] En esto reconozco que la iglesia ha sido lenta, porque justicia que tarda no es justicia. Ha faltado que esta información sea trasparente”

Sin duda, este tema es el talón de Aquiles de la Iglesia católica. Aunque quizá mejor analogía sea la de una pandemia de paso lento. Pero seguimos atentos, atentos a que las víctimas no se queden sin justicia y atentos al pronunciamiento del vaticano y de que su actuar sea más que  sólo pedir disculpas, sino que sea exponer y entregar a los responsables de tan atroces delitos cometidos. No queremos disculpas décadas o siglos después, como lo ha venido haciendo la Iglesia por cada crimen cometido contra la humanidad. Queremos justicia. Y la queremos ahora.