Descreídos , sociedad Viernes, 23 noviembre 2018

¿Tratar la mente o tratar el cerebro? Una reseña y una crítica dirigida

Escribe: Fabrizio López De Pomar, integrante de la SSH

El artículo tiene como objetivos:

  • 1) reseñar brevemente el libro del psiquiatra e investigador español Julio Sanjuán (2016) y, utilizando argumentos del libro y argumentos propios,
  • 2) ofrecer una crítica hacia una población específica: los nuevos profesionales de la psicología dedicados a la psicoterapia.

El libro de Sanjuán apunta a la integración de la psicofarmacología y la psicoterapia, algo que el autor diferencia de la mera combinación. Así también, ofrece un marco de referencia que permita englobar y dar sentido a dicha integración.

Las personas que lean el libro encontrarán un autor de pluma pedagógica. Ofrece repasos históricos, teóricos y metodológicos sobre los dos grandes modelos que abordan la salud mental:

  • a) el modelo psicofarmacológico (no biológico, como diferencia el autor entre sus páginas), y
  • b) el modelo psicosocial.

A su vez, adjunta tablas que resumen una variedad de tópicos, principalmente resultados y conclusiones de investigaciones diversas sobre las intervenciones psicofarmacológicas y psicoterapéuticas, textos fundamentales de complemento, así como una «guía escéptica» para hacer preguntas metodológicas ante la aparición de un nuevo fármaco o psicoterapia.

La exposición didáctica que nos ofrece el autor sobre los fundamentos y desarrollo de cada modelo, permite apreciar con claridad sendas limitaciones y alcances, de modo que nos estimula a imaginarnos un puente entre ambos.

Sanjuán sugiere reanalizar el significado de los síntomas (no se refiere a una perspectiva psicoanalítica, como él mismo aclara) y desde allí fabricar una nueva psicopatología. Se precisa de un marco de referencia que permita englobar y dar sentido a las emociones y comportamientos de los pacientes.

Ese marco podría ser el de la visión antropológica enmarcada en la teoría de la evolución. La ventaja que encuentra Sanjuán en dicho marco es que al menos en el plano teórico es el más inclusivo de todos los modelos ya que se puede integrar desde la explicación neurobiológica hasta la del desajuste familiar o social.

El objetivo principal de cualquier tratamiento en psicología clínica o en psiquiatría, señala el autor, no es necesariamente hacer desaparecer los síntomas, sino intentar lograr que el sujeto tenga la mejor adaptación posible a su entorno en relación a sus expectativas vitales.

Por «adaptación a su entorno» se refiere al concepto de sentirse «recuperado» en la connotación más amplia del funcionamiento interpersonal y también en el sentido subjetivo que tiene el propio paciente, en palabras de Sanjuán. Se defiende un uso psicoterapéutico de los psicofármacos donde la valoración de la respuesta al tratamiento debe ser integrada en relación al contexto, a la relación terapéutica y a las expectativas y miedos tanto del paciente como del médico.

En otras palabras: entender la recuperación desde la perspectiva del propio paciente.

La práctica psicoterapeútica no deja de ser una exploración científica, y como tal, puede reunir datos de manera sistemática y rigurosa para seguir desanudando el problema mente-cerebro.

La práctica psicoterapeútica no deja de ser una exploración científica, y como tal, puede reunir datos de manera sistemática y rigurosa para seguir desanudando el problema mente-cerebro.

Hasta aquí la reseña ofrece una lectura que sirve como repaso, como guía para los psicoterapeutas y como noticia de lo que está ocurriendo en algunos lugares. Sin embargo, el libro de Sanjuán puede tener otra lectura. Una más crítica.

  • ¿Tratar la mente o tratar el cerebro? Encierra preguntas como:
  • ¿Cuándo conviene una psicoterapia?
  • ¿Cuándo convienen fármacos?
  • ¿Cuándo convienen las dos integradas?
  • O ¿Cuándo no conviene ninguna de las anteriores?,

Y a todo ello, algo más fundamental: el problema mente-cerebro. Esa es la otra lectura crítica que se le puede dar al libro de Sanjuán y que, en lo que resta del artículo, se buscará enfatizar.

El «nudo del mundo» que mencionó Schopenhauer sigue sin ser desanudado. No por eso se desmerece todos los esfuerzos individuales y colectivos que se vienen realizando. Nuestro entendimiento avanza. Las grandes preguntas posiblemente son de tal magnitud porque requieren la intervención de varios campos del conocimiento, de varios profesionales y sus respectivas prácticas.

El problema mente-cerebro es también de los profesionales de la psicología; no lo olvidemos. Como ciencia, debe responder preguntas fundamentales. Los psicoterapeutas trabajan a diario con el «mundo interno» de las personas, con su psique, su mente, por ponerlo en términos didácticos. Ellos tienen una posición importante que les permite acceder a información valiosa sobre la mente humana. Si esa información no se sistematiza de manera rigurosa, se deja de contribuir con las investigaciones del campo.

Sanjuán señala los descuidos de los profesionales clínicos a la hora de contribuir con las investigaciones. Y pongamos un ejemplo solo para estimular reflexiones sobre la importancia de investigar como psicoterapeutas. El ejemplo es de Sanjuán: el insight. Un concepto medular en la psicoterapia. ¿Cómo se define? ¿Cómo se mide? ¿Se puede medir mejor de lo que lo hacemos actualmente teniendo en cuenta los avances tecnológicos? ¿Cómo se incrementa esa capacidad de insight?

Los psicoterapeutas con formación psicológica tienen un compromiso como científicos. Hay respuestas en las cuales pueden (o deben) contribuir. Sería idóneo que más psicoterapeutas se dedicaran a sistematizar de manera rigurosa toda aquella información valiosa a la que tienen acceso. Con esa suma de esfuerzo, quizás avancemos en entender qué es la mente, y cómo funciona esta díada mente-cerebro. Pero supongamos que no tienen el interés de dedicarse a la investigación. Quizás prefieran otro de los compromisos como personas de ciencia: divulgar conocimiento producido por la academia.

Es muy probable que la mayoría de los nuevos psicólogos y psicólogas haga uso de las redes sociales para difundir sus aprendizajes y reflexiones. Ya sea en forma de post, repost, tweet, retweet, o un blog personal. En todos los casos, aquellos profesionales respaldan de manera directa o indirecta el conocimiento que están publicando. ¿Cómo diferenciar sus publicaciones de aquellas otras sobre salud mental por parte de bloggers, youtubers o influencers sin formación psicológica? Esto nos recuerda la clásica relación entre la psicología popular y la psicología académica.

No olvidemos que los profesionales de la psicología tienen la responsabilidad de seguir contribuyendo a su campo, y una manera importante es separar ciencia de pseudociencia, pues no hacerlo tiene repercusiones en las intervenciones clínicas (Lilienfeld, Lynn y Lohr, 2003).

Esta tarea requiere más personas comprometidas con la lectura crítica y la divulgación. Realizar este trabajo de demarcación permite el crecimiento de la psicología científica (Bunge, 2000) y seguir ganando terrenos en campos donde la pseudociencia puede esparcirse con facilidad.

En conclusión, el artículo presentó la reseña de un libro (Sanjuán, 2016) que puede contribuir en la labor del psicoterapeuta, ya sea actualizándolo en sus conocimientos o dándole ideas para aplicar en su noble labor. Por otro lado, se ofreció otra lectura, más crítica, sobre el aporte de dicho libro. Esa lectura crítica exhorta a los psicoterapeutas a no descuidar sus responsabilidades como científicos en la tarea colectiva de seguir desarrollando el campo de la psicología.

Un apunte final. ¿Cómo puede contribuir a este desarrollo de la psicología, la persona que no es psicóloga? Muy sencillo; pregúntele a cualquier psicoterapeuta: ¿tratar la mente o tratar el cerebro? Hágalo pensar, leer y escribir.

 

Referencias

Bunge, M. (2000). La investigación científica; su estrategia y filosofía. México, D. F.: Siglo XXI editores.

Lilienfeld, S., Lynn, S., y Lohr, J. (Eds.) (2003). Science and pseudoscience in clinical psychology. New York: Guilford.

Sanjuán, J. (2016). ¿Tratar la mente o tratar el cerebro?: hacia una integración entre psicoterapia y psicofármacos. Bilbao: Desclée De Brouwer

 Tratar la mente o tratar el cerebro