Descreídos Viernes, 17 agosto 2018

Naturalmente peligroso: ¿es saludable la mezcla de la medicina alternativa con los métodos convencionales?

Escribe: Freddy R. Jaimes Alvarez, psicólogo, integrante de la SSH

 

Están entre nosotros

Empecemos con los hechos. El Seguro Social de Salud, más conocido como EsSalud, ofrece desde 1998 el servicio de Medicina Complementaria, actualmente dirigido desde una Gerencia de Medicina Complementaria que forma parte de la Gerencia Central de Prestaciones de Salud de dicha institución. Acupuntura, terapia energética, terapia mente-cuerpo, entre otros, son los procedimientos terapéuticos que ofrece a sus pacientes por medio de un equipo conformado por médicos, enfermeros, psicólogos y tecnólogos médicos. En el último informe anual que edita este servicio, se observa que en 2017 se realizaron 166 135 consultas, 177 130 atenciones de enfermería, 52 082 atenciones de psicología y 494 218 terapias individuales. También se dictaron 4579 charlas, con un total de 60 250 participantes, y 11 130 talleres en todo el país, con un total de 155 782 participantes. Finalmente, se entregó un total de 135 001 preparados farmacéuticos, de los cuales 8264 fueron homeopáticos y 6854 aromaterápicos. Artritis, artrosis, obesidad, dorsalgias, hipertensión arterial, diabetes, ansiedad, gastritis y hasta cáncer figuran como las enfermedades que se atendieron. Asimismo, el documento describe los resultados de una encuesta a los pacientes atendidos (10 677 personas) sobre si aún continúan con la medicación después de haber sido dados de alta:

Fuente: Informe anual del Servicio de Medicina Complementaria de EsSalud (2017). Encuesta realizada a 10 677 personas.

Fuente: Informe anual del Servicio de Medicina Complementaria de EsSalud (2017). Encuesta realizada a 10 677 personas.

Al final del documento, se recomienda reorientar los pacientes de consulta externa hacia el de medicina complementaria, con la intención de disminuir la demanda de los consultorios especializados en reumatología, traumatología, psiquiatría y neurología. ¿Será lo que es bueno para la administración del hospital, también bueno para el paciente?

Como se aprecia, el Servicio de Medicina Complementaria de EsSalud no sólo impresiona por sus números, sino también por la expectativa que genera entre las personas que a diario asisten a sus nosocomios. Dicho sea de paso, estas prácticas alternativas de salud, como se denominan, también las encontramos en clínicas y consultorios privados. Asimismo, encontramos en nuestro medio programas formativos orientados a los profesionales de salud. Tal vez el más importante es el que ofrece la Unidad de Postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con el título de Diplomatura en Terapias Alternativas. En pregrado, también existe como asignatura en algunas universidades. Por ejemplo, en la Escuela de Obstetricia de la Universidad Alas Peruanas aparece con el nombre de Medicina Alternativa y Complementaria en el quinto ciclo de la carrera profesional, con moxibustión, acupuntura, taichí entre otros contenidos.

Terapia Homa en Policlínico de EsSalud Hermana María Donrose Sutmöller (Ventanilla, Callao).

Terapia Homa en Policlínico de EsSalud Hermana María Donrose Sutmöller (Ventanilla, Callao).

Naturaleza publicitaria

La medicina complementaria, también llamada medicina alternativa (para la Organización Mundial de la Salud son lo mismo) constituye en la actualidad una opción atractiva frente a la medicina convencional, que se aplica en la mayoría de los centros de salud públicos y privados. ¿La razón? Si atendemos a su publicidad, advertiremos que en casi todas ellas se apela a lo natural, es decir, la idea que asocia salud física y mental con el consumo de alimentos y preparados libres de aditivos químicos (antioxidantes, aglutinantes, diluyentes, edulcorantes y otros). También alude a que sus terapias o tratamientos son menos tóxicos, carecen de efectos secundarios, son preventivos y, sobre todo, son “holísticos” (algo así como que curan la mente y el cuerpo por igual). Y, por supuesto, buena parte de ellas son económicas o de bajo costo. En nuestro medio, la llamada medicina complementaria o alternativa se ofrece como una opción que efectivamente es curativa o, como mínimo, paliativa de los efectos o consecuencias de algunas enfermedades o condiciones clínicas. En algunas ocasiones, la publicidad ofrece una breve descripción de alguna “evidencia científica” que garantiza el efecto curativo del producto ofrecido. En otros casos se apela a la experiencia de algunos usuarios, que por casualidad resulta que no eran pocos (¿falacia ad populum?). Como veremos, estas supuestas bondades no están libres del error y de constituir un auténtico riesgo para cualquier paciente que se fíe de ellas.

Otro factor llamativo de la medicina complementaria o alternativa es que contrapone a los tratamientos hospitalarios convencionales su peculiar propuesta terapéutica, que consiste en sesiones de acupuntura, terapia energética, terapia mente-cuerpo, moxibustión, taichí, reiki, homeopatía y otros. Asimismo, entre los terapeutas que administran estos procedimientos encontramos de todo, desde personas que recibieron formación en algún centro de medicina natural (no sabemos si adscrita a un sistema educativo formal) hasta médicos, enfermeras, psicólogos y otros, que también poseen formación en terapias alternativas (algunas de ellas realizadas en universidades). Incluso, ya existen en nuestro medio asociaciones de profesionales de la salud con esta orientación terapéutica. Es interesante apreciar que estas personas (con o sin formación universitaria) suelen apelar a poderes o fuerzas superiores, que al parecer convierten su labor en una especie de misión, si cabe el término: “El promotor sabe que una fuerza superior ha colocado esta vocación en su corazón y que por ello es muy especial la misión que cumplen”, dice nada menos que el Boletín Informativo de Medicina Complementaria de EsSalud (2016, p. 3).

“Sobre la medicina alternativa, por definición, o no se ha probado que funciona o se ha probado que no funciona. ¿Saben cómo le llaman a la medicina alternativa que se ha probado que funciona? Medicina”. (Tim Minchin)

“Sobre la medicina alternativa, por definición, o no se ha probado que funciona o se ha probado que no funciona. ¿Saben cómo le llaman a la medicina alternativa que se ha probado que funciona? Medicina”. (Tim Minchin)

¿Si es natural es bueno?

En el presente artículo no revisaremos la pretensión científica de cada una de estas prácticas alternativas (ello será motivo de próximas entregas). Por ahora, nos detendremos en demostrar que estas, aunque se venden como naturales, pueden ser potencialmente dañinas y mortales para cualquier persona.

Asumir que todo lo natural es saludable y preferible a lo artificial, manufacturado o fabricado en algún laboratorio es un recurso nada nuevo. Apelan a él no sólo las personas cuando buscan un remedio, sino también lo encontramos en la publicidad diaria, desde alimentos y productos de belleza hasta ofertas de vacaciones en algún hotel. Por supuesto, quién va a negar que escapar de la ciudad de vez en cuando, una caminata en un bosque, respirar el aire limpio del campo, alimentarse con frutos de la estación o desconectarse de las redes sociales puede ser en general provechoso y hasta recomendable. Sin embargo, la respuesta rápida, genérica y hasta evidente puede ser errónea.

El psicólogo canadiense Steven Pinker, en su genial obra La tabla rasa: la negación moderna de la naturaleza humana (2002), examina la idea del buen salvaje, doctrina propuesta en la Ilustración por el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), quien sostenía que las personas fuera de la civilización, en la naturaleza, lejos de todo lo artificial, son intrínsecamente buenas, justas y nobles. Estas ideas sobre la naturaleza van a calar profundamente en Occidente: si lo natural es bueno, ¿entonces lo artificial es malo? Pinker escribe: “Nadie podrá dejar de reconocer la influencia de la doctrina del buen salvaje en la conciencia contemporánea. La observamos en el actual respeto por todo lo natural (alimentos naturales, medicinas naturales, partos naturales) y en la desconfianza en lo elaborado, en el desprestigio del estilo autoritario en el cuidado y la educación de los hijos y en la interpretación de los problemas sociales como defectos subsanables en nuestras instituciones, más que como tragedias inherentes a la condición humana” (p.29).

La contrastación científica

A todo esto, ¿tiene apelar a lo natural como intrínsecamente bueno o saludable algún sustento desde la ciencia? La investigación científica no sólo produce conocimientos, también ayuda a desbaratar ideas con pretensión de verdad o, cuando menos, de certeza. Recientemente, un interesante estudio publicado en julio del presente año por la prestigiosa revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA), da cuenta de los efectos de las terapias alternativas en pacientes diagnosticados con cáncer. Su muestra se constituyó en dos grupos, uno experimental (258 pacientes) y otro de control (1032 pacientes). El primer grupo recibió terapia contra el cáncer y también terapias alternativas, y el segundo grupo solamente terapia médica contra el cáncer. El estudio concluyó que el primer grupo duplicó su riesgo de muerte en comparación con el grupo de control. Resulta que los pacientes que renuncian o descontinúan el tratamiento médico y optan por la medicina alternativa tienen más probabilidades de fallecer, y esto es una peligrosa tendencia que se observa en el comportamiento de no pocos pacientes diagnosticados con este mal.

Nadie está libre de caer en las garras de la falacia naturalista. Steve Jobs, cofundador de Apple y reconocido por su papel en la innovación tecnológica, desconfió de la tecnología médica y suspendió sus cirugías y quimioterapias en favor de un tratamiento de acupuntura y dietas vegetarianas para el tratamiento de un cáncer de páncreas de avance lento. Los valiosos meses que perdió por insistir en sus negativas permitieron al cáncer crecer, complicarse y finalmente llevarlo a la muerte en octubre de 2011.

Nadie está libre de caer en las garras de la falacia de apelación a lo natural. Steve Jobs, cofundador de Apple y reconocido por su papel en la innovación tecnológica, desconfió de la tecnología médica y suspendió sus cirugías y quimioterapias en favor de un tratamiento de acupuntura y dietas vegetarianas para el tratamiento de un cáncer de páncreas de avance lento. Los valiosos meses que perdió por insistir en sus negativas permitieron al cáncer crecer, complicarse y finalmente llevarlo a la muerte en octubre de 2011.

A modo de conclusión, podemos apreciar que apelar a lo natural puede no ser tan inofensivo como se lo vende. Su supuesta eficacia se basa en testimonios aislados, es decir, evidencia anecdótica, que ignora el hecho de que en temas de metabolismo corporal es muy difícil sostener que un solo componente puede tener un efecto reconocible en el organismo. Pero en cada vez más casos registrados, la medicina alternativa o complementaria constituye una real fuente de riesgo si con ella se reemplaza o abandona el tratamiento convencional (o científico) en favor de unos supuestos beneficios (usualmente promovidos como curativos) que hasta ahora no han sido demostrados.

Referencias: