Descreídos Martes, 6 junio 2017

La ciencia ha muerto (?). Una lectura a la tesis de John Horgan

Para Horgan, la ciencia entendida como la búsqueda de leyes fundamentales, podría estar llegando a su fin.

Para Horgan, la ciencia entendida como la búsqueda de leyes fundamentales, podría estar llegando a su fin.

Escribe: Fabrizio López De Pomar, miembro de la SSH

El periodista científico John Horgan considera que la ciencia ha llegado a su fin. Aquella consideración la presentó hace aproximadamente veinte años y la ha vuelto a sostener hace poco en su relanzamiento del libro The End of Science: Facing the limits of knowledge in the twilight of the scientific age (2015). Frente a esa consideración, el presente ensayo ofrece una lectura que busca exponer los pilares de la tesis de Horgan, explorar sus posibles repercusiones y pensar en algunas actitudes adaptativas frente a distintos escenarios.

El autor edifica su tesis sobre la base de textos clásicos acerca de los límites de la ciencia, ponencias especializadas, reflexiones y sobre todo entrevistas directas con eminentes representantes de la filosofía y campos diversos de la ciencia.

Su trabajo ofrece capítulos provocadores como: el fin del progreso; el fin de la filosofía; el fin de la física; el fin de la neurociencia; etc.; por mencionar algunos. Horgan propone preguntas tales como:

¿Seríamos capaces de vislumbrar los límites de la ciencia?

¿Cómo saber si acaso no estamos ya en un era donde la ciencia está rindiendo decrecientemente?

¿Nos esperará alguna otra gran revolución que sacuda nuestros pilares del conocimiento?

Las distintas respuestas de los entrevistados en forma de anécdotas, datos, ideas y reflexiones, hacen del esfuerzo de Horgan un trabajo lecturable.

Pero, ¿qué entiende el autor por ciencia?

Horgan la entiende como la búsqueda de verdades sobre la naturaleza, inteligibles y empíricamente fundamentadas; la búsqueda de leyes universales; no la ciencia aplicada. Es a esa definición de ciencia, que también la llama ciencia pura, a la cual Horgan pone fecha de caducidad (por no decir ya caduca).

La ciencia aplicada tiene todavía un futuro brillante pero duda de que alguno de sus avances pueda generar alguna revolución de nuestros conocimientos básicos. La ciencia pura ha muerto, nos dice, y es así por motivo de su propio éxito en el pasado.

Los investigadores y pensadores de la actualidad viven en una época que carga con el enorme influjo de científicos y filósofos anteriores. Los grandes «continentes» ya se han descubierto, queda ahora estudiar detalles, dice Horgan. Sin embargo, esos no serían los únicos límites que nos señala en su trabajo.

theendofscience

Aparte de los límites llamados físicos, se identifican los límites cognoscitivos y los sociales.

Con respecto a los límites sociales, el interés por la investigación científica podría decrecer y con ello las financiaciones para proyectos de gran envergadura. Con respecto a los límites cognoscitivos, hallamos observaciones como la de Vannevar Bush, quien describió el conocimiento humano como un «edificio» cuya forma está predestinada por las leyes de la lógica y la naturaleza del razonamiento humano, y que es casi como si ya existiera ese «edificio».

También, en la misma línea, Noam Chomsky, consultado sobre una posible teoría unificada de todo, responde que a lo sumo, los científicos podrán crear una «teoría de lo que saben formular».

Sin embargo, hay un tipo de ciencia que sí parece infinita para el autor: la ciencia irónica. A su entender, la ciencia irónica se asemeja a la crítica literaria en cuanto ofrece puntos de vista u opiniones que, en el mejor de los casos, son interesantes o invitan a ulteriores comentarios.

Pero -manifiesta el autor- no convergen en la verdad ni pueden deparar sorpresas empíricamente verificables que obliguen a los científicos a realizar revisiones sustanciales de sus descripciones básicas de la realidad. Por eso mismo, Horgan considera que la ciencia irónica tiene un techo: producirnos asombro; pero no puede alcanzar su objetivo de trascender la verdad que ya conocemos.

Asimismo, introduce otro concepto vinculado al de ciencia irónica: capacidad negativa. Este concepto hace referencia a la capacidad de permanecer en las incertidumbres sin angustiarse por alcanzar los hechos y la razón. La función más importante de la ciencia irónica, señala el autor, es la de servir de capacidad negativa a la humanidad.

Entendemos entonces que la ciencia ha muerto, o morirá, a menos que se generen conocimientos geniales, es decir, que presenten una imagen inesperada, no sospechada del mundo. Es cierto que muchas críticas se han presentado (y el autor las conoce y responde en la último sección de su libro), sin embargo, el objetivo de este ensayo no es señalar posibles errores, sino más bien, observar y pensar desde la perspectiva que nos ofrece Horgan.

Por lo mismo, se contemplan al menos dos posibilidades:

  • a) la ciencia ha muerto, pues ya no nos esperan conocimientos revolucionarios,
  • b) la ciencia, moribunda, necesita esfuerzos que nos lleven a descubrimientos geniales.

Con respecto a la primera posibilidad, si la ciencia ha muerto, habrá que esforzarse en no perder los ánimos puesto que la ciencia aplicada aún sería el futuro de la estabilidad humana y medioambiental. Las actuales y futuras investigaciones científicas tendrían que continuar la lucha contra las enfermedades, la pobreza, la búsqueda de fuentes de energía, los conflictos sociales, la sostenibilidad del planeta, etc. Por tales motivos, las jóvenes generaciones tienen mucho por hacer, aun cuando la ciencia pura se haya agotado.

Con respecto a la segunda posibilidad, si es que la ciencia se encuentra moribunda, se requerirán «maniobras de reanimación cardiopulmonar». Dichas «maniobras» adoptarían la forma de innovaciones en los instrumentos científicos, en sus metodologías y en sus filosofías. Sin embargo, estas innovaciones se verán más promovidas en la medida que la ciencia se desafíe a sí misma llevándose al límite de sus conocimientos.

Una manera de hacerlo es acercarse a campos lindantes de la ciencia: llámense campos pseudocientíficos o sobrenaturales. Este acercamiento puede ser muy provechoso si es que se trabaja con una flexibilidad crítica.

En aquellos campos, trabajar en el establecimiento de puentes teóricos conlleva al esfuerzo de traducir sus interpretaciones de la realidad a un lenguaje natural y científico. Es en este proceso donde se podrían hallar las limitaciones y surgir las innovaciones.

En conclusión, la tesis de Horgan nos presenta una ciencia muerta, o en el mejor caso, moribunda. Sus fundamentos se pueden aceptar o rechazar, sin embargo, el actual trabajo buscó posicionarse en el terreno dibujado por Horgan y desde allí, proponer consideraciones a futuro. La búsqueda del conocimiento es una empresa que requiere el liderazgo de personas absolutamente comprometidas y muy al tanto de sus posibles desenlaces, sean cuales sean estos.